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lunes, 18 de julio de 2011

Las sorpresas de Alberto

Bueno pues vamos a escribir una poca. No tenía nada sobre lo cual escribir así que estaba tan contenta, porque si escribo es porque algo me está molestando. Para compartirlo aquí tiene que ser algo no muy privado claro. Y en el sentido público y sector servicios iba bien la cosa últimamente. Iba bien, entre otras cosas porque casi no he salido de casa. He estado en plan: casa, piscina con la peque, visita de familiares en casa, más casa y piscina con la peque, tele, y poco más. Y llega el momento en que hay que salir de casa, ya sabes. Aunque una esté en paro siempre hay que hacer recaditos si eres clase media o baja o pobre, y si eres rico pues haces gestiones. Yo como me ando peleando para no bajar de la clase media-normal-baja, pues hago recaditos. Espero algún día hacer gestiones. Mis recados muchas veces se hacen en Alcalá de Henares, hermosa villa (hola Fernando). Hoy el papeleo era en Alcalá. El viernes saqué fotocopias de unos cuantos documentos, y tras un fin de semana muy tranquilo, hoy le he dicho a la niña que nos íbamos a hacer recaditos. Está muy harta de Alcalá y de todo lo que se hace cuando vamos allí que suele ser un auténtico coñazo, así que no le he mencionado la temida palabra “Alcalá”. Sólo le he dicho que hoy hay que hacer recados. Como es un angel me ha dicho: “Mamá a mí me gusta mucho hacer recaditos contigo y ayudarte”. Así que con este tierno despertar y cayéndoseme la baba por el camino, hemos ido a por el coche. Ya imagináis que coger el coche y que me toquen los huevos es todo uno. Se acabó la paz y ya tenemos tema para escribir (largo y tendido además).

Antes de nada quiero dejar claro que esta entrada del blog nunca habría sido posible sin la ayuda inestimable de nuestro querido alcalde Alberto Ruiz Gallardón. Quiero ser justa y mencionarle por lo menos una vez para no quitarle méritos, porque este hombre es ya una musa de los escritores y poetas de esta ciudad. Cuántos versos habrá inspirado este insigne político con sus actos siempre impredecibles y heroicos.

Heroicos sí, porque es heroico cerrar la carretera que enlaza la M-40 con la A-2, así sin avisar. Es un cachito de nada. La verdad es que no tenía que haber sido para tanto. Pero lo era, y vaya si lo era. Hemos salido de casa a las once menos cuarto (horario de desempleada), con la finalidad de evitar a toda costa los atascos provocados por la gente que sí trabaja, ya que después de 23 años cotizados y currados, una de las cosas que no echo de menos son los atascos. De este modo me disponía yo, con mi horario privilegiado, a hacer una gestión en horario óptimo y sin prisas, en plan rentista. Vamos, que casi lo podía ya llamar gestión y no recado. Todo iba bien durante los primeros kilómetros, y hemos entrado en la M-40 sin ningún problema. En la salida hacia la A-2, San Fernando de Henares, Coslada, nos hemos metido como siempre, y ya sólo nos quedaban veinte minutillos para estar en Alcalá. JA! Los cojones. Son las cinco de la tarde, estoy de vuelta en casa y no he ido a Alcalá. ¿Qué ha pasado en todo este tiempo? Pues que mi amigo Alberto está de obras, de reformas. Quiere aprovechar el verano para darle un repasillo a su ciudad, y ya de paso, para fastidiarme a mí la existencia. A mí y a otros seis millones como yo. Y nos la ha fastidiado, vaya que sí. Lo ha hecho como solo Alberto sabe hacerlo: Durante una hora y cuarto hemos estado en el coche para recorrer tres kilómetros. No se podía coger la A-2, y después de esa hora y cuarto prácticamente parados y con llantos intermitentes de la niña, ya no había ganas de ir a Alcalá. Ni ganas ni valor, porque mi navegador se empeñaba en meterme otra vez por el mismo sitio. “Cambie de sentido y tome la primera salida a la derecha A-2 San Fernando”. Sí sí, lo que tú digas. No me vuelvo a meter ahí ni aunque me regales un piso.

Esto yo, que estoy parada y con tiempo. No quiero ni imaginar al que se haya cogido un día de Asuntos Propios para hacer algo y haya tenido que coger ese desvío. Ese habrá tenido que hacer como sea la gestión, porque ya sabes que los Asuntos Propios son el día del juicio final, o lo haces ese día o ya no lo puedes hacer nunca. Así que el que estaba currando y se haya pedido el día de Asuntos Propios habrá tenido que terminar la jugada como sea. Por donde decía el navegador o metiéndose campo a través. Gracias a Dios no me encuentro yo en esa situación, o gracias al despido. Perder un día de Asuntos Propios en una gestión que no se ha podido llevar a cabo por las obras de Alberto es una putada. Pero ahora eso ya no va a pasar, porque hoy ha salido en las noticias que lo de los días de Asuntos Propios lo van a quitar. Parece que no es nada “europeo”. Tampoco es muy europea nuestra mierda-baja de maternidad de cuatro meses ni nuestro mierda-horario de “cuantas más horas eches mejor empleado eres, aunque las eches haciéndote pajas”. Eso no es europeo en absoluto pero de momento no quitan ni las mierda-bajas ni el horario pajillero. Quitan los Asunto Propios. Así, a lo fácil.

Bueno que me voy a otra cosa, y estábamos con Alberto. En Madrid somos muy buenos. Buenísimos. Yo no conozco gente más buena que la de Madrid ni gente más paciente. Para ponernos a prueba como ciudadanos pacientes, nos ha enviado el Señor a Alberto, que día tras día pone a prueba nuestra fe. En esas horas de encierro en el coche en una carreterilla que enlaza una punta de tu ciudad con otra, no puedes salir, no puedes beber agua, no puedes hacer pis, no puedes suicidarte porque eres madre, así que te da tiempo a orar y a meditar sobre el sentido de la vida y lo efímero de todo lo material. Mis pensamientos han pasado en ese rato por diversas fases:

  1. Fase me cago en tu madre: No creo que haya que explicar mucho sobre esta fase, salvo que la madre es la de Alberto.
  1. Fase “¿pero para qué coño hacen esto?”: Esta fase debe durar lo menos posible ya que es muy dañina para la salud y para el cerebro. Nunca se va a encontrar una respuesta satisfactoria y sí un montón de motivos para no hacer la obra, así que antes de recrearse en esta nociva fase es preferible volver a la fase uno, y no salir de ella hasta sentirse algo más desahogado.
  2. Fase “todos somos iguales ante Dios”: Habiéndose pasado un poco el odio de las fases 1 y 2, es bueno comprender ahora que todos los que nos encontramos en la carretera de enlace de la A2 con la M40, incluido el Lexus Crossover RX, estamos hasta los huevos. Él lo está sufriendo exactamente igual que yo. Mira, ya empiezo a encontrar alguna satisfacción en este embudo, aunque sea mínima. Le miras y ves que al igual que tú, está hasta los huevos. Aunque él lo está viviendo desde su habitáculo ultramegachulo y con un aire acondicionado que ni se oye ni se siente y no tiene que pasar frío para que el niño no tenga calor. Miras para atrás. Ah no, que no hay niño. No hay nadie. No sé porqué estos coches de sesenta mil euros siempre están vacíos. Yo creo que venden a los críos para comprar el coche. O los tendrán con la nanny. O ya serán mayores, porque cuando son mayores te puedes comprar un Lexus Crossover RX. Echo cuentas, porque tengo tiempo para echar cuentas también (gracias Alberto), y la verdad es que aunque no tuviera a la niña no estoy yo para comprarme un Lexus Crossover, y menos ahora que estoy en paro. Bueno ganará más pasta que yo simplemente, aunque con esa cara de tolay... Bueno, será de los que cumplen a rajatabla el horario pajillero (estoy en el curro hasta que el jefe ya se haya ido, aunque sea haciéndome pajas). Vaya, parece que arrancamos y avanzamos un metro y medio. Esto me saca de mis pensamientos y me lleva a la siguiente fase:
  3. Fase “todos somos iguales ante Dios” - segunda parte: El del Lexus te ha quedado muy adelante, y después de admirar y envidiar el parachoques y todas las pijadas que llevan esos coches, os volvéis a parar en seco (no se nos olvide que aquí manda Alberto). Ahora lo que queda a tu izquierda no es un Lexus sino la furgoneta de un currela. Lo siento pero no me he fijado en la marca. Van a su rollo, el currela conductor y el currela copiloto. El currela copiloto queda en un punto que le facilita una buena vista de mis piernas, que aunque fofas, blancuchas, y faltas de ejercicio, están depiladas y el de la furgoneta está contento. Miro para arriba y me mira con cara simpática. Parece que está pensando: “Jodete, te voy a estar mirando las piernas todo el rato y no lo puedes evitar porque estamos aquí pillados”. Me molesta su mirada de marrano pero después de sentir la náusea de mi estómago, respiro y me paso de las sensaciones físicas a la mente y racionalizo. Me digo a mí misma: Bien, me está viendo las piernas, ¿y qué?. No me puede hacer nada ni me puede tocar ni me está viendo nada más que las piernas. Intenta aparentar indiferencia porque tampoco es el fin del mundo y esto pasará (o no, todo depende de Alberto). La mente es muy poderosa, porque tan pronto has superado un microtrauma, lo que te estaba incordiando desaparece. En ese momento en que ya me relajo y comprendo que el mundo no se termina porque el marrano de la furgoneta esté contemplando mis muslos como si fueran su trofeo, arrancamos. Venga, otro poquito más. Dejo atrás al currela, miro por el retrovisor y respiro satisfecha porque ya no puede seguir invadiendo mi espacio con su cochina mirada. Estoy en paz. Algo me saca de mis pensamientos. Es una voz que viene de atrás. “Quiero vomitar mamá”.
  4. Fase “Por Dios, pos Dios, que no vomite”. Pero ¿porqué cariño? Venga aguanta un poquito”. Atrás ya no valen las explicaciones. Mi niña no conoce a Alberto y no entiende nada de esto. Yo le había dicho que íbamos a hacer recaditos, y sin embargo llevamos una hora encerradas en el coche muertas de calor y sin movernos para nada. Además, creo que sospecha que en realidad vamos a Alcalá. “WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA WAAAAAAAAAAAAAAAA, quiero gomitaaaaaaaaarrrr. Quiero gomitaaaaaaaaaaaaaaar. ¡¡¡Tengo mucha hambreeeeeeeeee!!!!”. La última frase te tranquiliza algo. Poquito, pero algo es algo. Pienso: “Cuando quiero vomitar nunca tengo hambre, me da todo asco”. Y le dices: “Venga cariño no pasa nada. En seguida vamos a llegar y te voy a dar algo rico de comer”. Sigue gritando que quiere vomitar y que quiere zumo, alternando el deseo de vomitar con el de zumo, dos deseos para mí completamente incompatibles pero su organismo creo que funciona de otra manera. Creo que sí es capaz de estar con ganas de vomitar y querer zumo. No sé si tiene que ver con la infancia o con que somos distintas. Vaya, parece que estamos saliendo del embudo. El navegador resucita: “Cambie de sentido y tome la primera salida Coslada San Fernando de Henares” (que significa volver a meterte en otra como la que estás dejando, pero en sentido contrario). Huyes de Coslada como alma que lleva el diablo. Empiezas a ver delante de tí carretera, coches que se mueven, vida. El atasco ahora queda a tu derecha. El nudo de tu estómago se empieza a disipar. Tu humor cambia. Desistes de ir a Alcalá. “Cariño, ¿quieres un zumo y un montadito?” “SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII” Bien, parece que hoy tampoco habrá vómitos.

    Gracias Alberto. No hemos hecho el recado, vamos a gastar tontamente, pero volvemos a casa de donde nunca debimos salir.


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7 comentarios:

  1. requeteJUAS!!! ays que me parto toaaaaa! lo único malo de todo esto es que es autobiográfico! si no sería ya de traca! no dicen que Madrid tiene un tesoro enterrado? pues si no han dado con el en le centro ahora toca buscarlo por el extrarradio. Cualquier día te levantan las losas de tu cocina, ya verás....
    Yo he caminado estos días y comido en plan guarri, nada de atascos.... claro que soy de pueblo y vivo en otro... seria el coime....

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  2. Terrorifico.... Yo como también vivo en un pueblo, voy andando.... lo peor, se que está mal reirse de los males ajenos pero en ese momento zumo versus vómito... me he partido.
    Eres cómica!!!

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  3. Supernanny me das mucha envidia con tu pueblito, estoy por mudarme allí al mar, pero el cole de la niña...

    Cata qué suerte ir andando a todo. Lo del zumo me lo explicas otro día porque yo latín no sé. ¿Sabes que conocí yo a una Cata en el pasado? Una tía muy provocadora, ella sola consiguió unos 500 enemigos y enemigas en un foro de belleza, cuyo nombre ahora no recuerdo.... jajaja

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  4. No me puedo creer.... que casualidad no?

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  5. Es muchísima casualidad. Una casualidad muy grande, pero seguro que tú eres una niña muy buena, no como aquella forera que era una forajida XD

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  6. Seguro, ni lo dudes!
    La forera una maleante... si es que...

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  7. Si es que... hay cada una por los foros... ja, ja.

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