Todo iba muy bien porque tras el todo incluido de diez
días resulta que por arte de magia sólo había engordado un kilo y además al
volver a Madrid me pegué tres días seguidos de gimnasio con la Noe, así, si
parar y sin piedad ninguna. Todo aliñado
con nuestra dieta correspondiente que como todos ya sabemos consiste en pavo,
piña arroz y tortas de arroz. Y en plan vamos a volvernos locos, una fanta zero
de vez en cuando. Pues muy bien, en esto
andábamos en Madrid y todo volvía más o menos a su cauce (por todo me refiero
sobre todo a la tripa que es la primera que se sale del cauce en cuanto la dejo
sin vigilancia). Pero de pronto llegó Asturias.
He de decir que yo esta vez vine a Asturias con toda la
intención de ser una niña muy buena. Me proponía hacer dieta, entrenar en el
gimnasio de Noe, y luego en Infiesto me proponía seguir la dieta y entrenar en
el polideportivo de Infiesto. Por favor no vale reírse todavía, al menos
esperar a leer el desenlace ¿vale?
Paso a describir la dieta que me había propuesto para
estos siete días en Asturias:
Pollo
Pavo
Arroz Integral
Tortas de Arroz
Piña
Café
Leche de Soja
Huevos
Y ya
Ahora paso a describir la dieta que he seguido estos siete
días en Asturias:
Tortas de Arroz (gracias Noe por tu interminable provisión de
tortas de arroz)
Cerveza
Jamón
Empanada
Helado de turrón
Helado de arco iris
Magnum
Paella
Pan chapata
Panecillos del Alimerka fritos con ajo y perejil
Vino tinto, rosado y blanco
Sidra
Tarta de chocolate
Licor de orujo con miel
Queso cabrales
Queso de burgos (esto bien así que hay que mentarlo)
Tostadas de pan de verdad con miel (sin mantequilla, aquí
haciendo un esfuerzo he evitado la mantequilla)
Licor de cerezas (sí, existe)
Papas fritas (es malo ir de vinos sin meter algo al estómago)
Sidra (poca, estoy orgullosa de decirlo)
Uvas, manzanas, plátanos… (cosas sanas, que luego dicen que
aquí todo es grasa)
No voy a seguir con la lista pero hay más cosines, lo que
pasa es que no acabaría nunca.
Mañana me voy y no, no me he pesado. Que si me pienso
pesar al llegar a Madrid: pues mira, no. Ya me pesaré cuando lleve un tiempo de
dieta o más bien de ayuno y dando veinte vueltas a la manzana diarias.
¿Qué si me arrepiento de haberme puesto como un cochino
jabalín estos días? Pues tampoco.
Tengo ya 44 años y supongo que con algo de esfuerzo
volveré a recuperar mi peso durante el otoño con la ayuda de la dieta y los
entrenamientos. Lo que sí te aseguro es que a mi edad no estoy para regalar el
tiempo libre y nadie me iba a devolver
estos siete días si los hubiera pasado a base de pavo y tortas de arroz. A
favor del maravilloso mundo del fitness he de reconocer en cambio que me sabe
peor el café con leche de vaca y no termino de entender porqué no nos pasamos
todos a la leche de soja de una vez, de forma masiva, irreversible y por
decreto. La leche de vaca sienta mal salvo que seas un ternero. Punto.
Ahora que me toca volver a la capital, voy haciendo repaso
mental de todo lo que no me va a caber o me va a caber pero no me va a quedar
de lujo o me va a quedar directamente como el culo:
Falda negra con flecos: igual entro pero lo veo jodido.
Falda blanca con flecos: entraré, pero el aire suelto
ibicenco será reemplazado por un aire
apretao “princesa de barrio”. La combinaré con unos buenos aros fucsias
y así tengo el look completo para echarme un novio con coche tuneado.
Vestido blanco entallado con lentejuelas plateadas: de
entallado pasa a ser enchorizado, pero entrar entro, así que no quiero oír ni
una queja. Ni siquiera mía.
Vaqueros: ni de coña.
Falda negra de tubo: jaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Resto del armario: jaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Pues eso: está claro que a partir de ahora la única
alternativa posible es “jaaaaaaaaaaaaaaaa” o el hambre.
La que diga que ahora no hace falta hacer dieta porque
somos muy felices todos así es una zorra mentirosa y tiene un metabolismo de
esos raros que no la hace engordar y la odio. Mis células engordeitors te
acechan desde cualquier esquina y pueden abalanzarse sobre ti en cualquier
momento flaquita, no lo olvides. Vale que comas y no engordes, pero mantén la
boca callada, es por tu bien.
Hoy, doce de agosto, por fin en casa me he pesado. 62 kilos y medio. Me fui en 58 y medio. Pero disfruté el verano, eso no se puede negar.